Desconectar

28 Jun Desconectar

Me he abierto un perfil en Linkedin, aunque no puedo dedicarle mucho tiempo porque debo encargarme de mis obligaciones prioritarias: chequear mi perfil en Facebook, en Twitter, los blogs a los que estoy suscrita, los periódicos digitales, las webs, mi correo electrónico, el chat del correo electrónico y mis listas de Spotify. Como veis estoy superliada, así que dad gracias a que he sacado un rato para escribir estas líneas.

Podría decir que todo esto supone un gran estímulo para mí, pero mentiría, y no os lo merecéis (no sé, igual alguno sí). La mayoría de la información a la que accedo a diario es prescindible, alienante, superficial y abrumadora. Pero existe una necesidad de picotear cuantos más espacios, mejor.

Cuantas más webs tenga abiertas, menos concentrada estaré en lo que tengo que hacer; es como buscar la dispersión justificándolo con «estar informado». Creo que estamos a demasiadas cosas sin profundizar en apenas ninguna. Hemos trasladado el zapping televisivo, con el que interrumpimos la programación constantemente para ver qué están poniendo en otro canal, al resto de nuestra vida. Lo queremos todo rapidito, nos informamos con titulares, compramos canciones sueltas por internet en vez de escuchar discos enteros, sms en vez de llamadas, vemos más series y menos películas y las relaciones de pareja cada vez son más breves (al menos las mías). Hemos perdido la paciencia, queremos estar en todo, pero solo un ratito. Hace unos días me fui a Asturias con unos amigos. Estábamos en una aldea alejada de la civilización y la tecnología y, por lo tanto, ¡sin wifi! Pero para mi sorpresa, en vez de sentirla más mínima ansiedad, aquella aparente desconexión del mundo hizo el efecto contrario en mí. Hacía tiempo que no me sentía tan conectada. Con esto no estoy proponiendo que huyamos y nos aislemos del mundo, sino que nos vaciemos de gilipolleces de vez en cuando y dejemos espacio en nuestro cuerpo para recibir todos esos estímulos que están ahí y que, mientras nuestros ojos sigan pegados a la pantalla, seguiremos sin ver.

Bárbara Alpuente
Fuente: YOdona

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