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22 Ene En busca de la satisfacción y disfrute en el desempeño profesional

Seguramente todos consideramos imperativos morales el crecimiento personal y la consecución del bienestar y la felicidad para nuestra área de influencia (y aun más allá); quizá no tengamos siempre éxito en este empeño, pero lo perseguimos. Y estamos, desde luego, convencidos de que, en el ejercicio profesional, uno puede alcanzar mayor grado de desarrollo y de satisfacción. Si nos preguntáramos dónde disfrutamos más, en el trabajo o en el ocio, quizá, arrastrados por arraigadas creencias, daríamos por supuesto que en el ocio; pero, mejor pensado, y sobre todo después de interesarnos, apenas un poco, por la psicología de la felicidad, admitiríamos que depende. De hecho, y aunque en muchos casos nos parezca lamentoso, hay no pocos adictos al trabajo, como los hay a las drogas o al sexo. Pero cabe hablar de trabajos... y trabajos. Hay algunos en que, aunque no lo descartemos, cuesta imaginar el disfrute (bomberos, escoltas, controladores aéreos...); mas hay otros muchos —y no pensamos solo en los artistas— en que queda espacio para disfrutar, si uno se lo propone y nada se lo impide. Propongámonoslo. Podemos pensar en muchas ocupaciones: médicos, docentes, vendedores, guías turísticos, arquitectos, cocineros de restaurantes, periodistas, mecánicos, técnicos de laboratorio, investigadores, cirujanos, peluqueros, profesionales de la publicidad, oficinistas, carpinteros, decoradores, vinicultores, ganaderos… Estos y otros muchos son trabajos que, en mayor o menor medida, facilitan la autorrealización y, digámoslo también, una cierta autotelia; es decir, permiten que la atención se detenga en el propio desarrollo, más acá de los resultados, y pueden, por lo tanto, resultar intrínsecamente gratificantes. Ya se entenderá que no se trata de desinteresarse por los resultados: se trata más bien de asegurarlos por la vía del trabajo hecho a gusto y a conciencia. Desde luego, hay que contar con que nuestra personalidad se dote de la necesaria actitud, de modo que seamos capaces de desarrollar la actividad con presencia auténtica (mindfulness), aislándonos, en su caso, de posibles problemas, tensiones o marejadas del entorno. Si nos preguntamos por qué no somos más felices en el trabajo, pensamos inmediatamente, por un lado, en la propia tarea, pero también, por otro, en las circunstancias que la rodean.
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